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«Barrio fino» Daddy Yankee

Puerto Rico

Reggaetón

2004

El Cartel

¿Se acuerdan del mundo antes de Barrio fino? Pocos discos son tan poderosos que pueden dividir así la historia. Y seguro habrá quienes creerán que el hecho de plantear esta pregunta es una ofensa para la historia de la música latinoamericana (e incluso mundial) o quiénes invitarán a matizar aquella noción de “Historia” que plantea la premisa después de la pregunta (efectivamente puede ser que la palabra “Historia” haya sido una exageración), pero indistintamente de la perspectiva más o menos crítica que alguien pueda tener sobre el reguetón, Daddy Yankee y Barrio fino, lo cierto es que, después de la publicación del tercer disco del rapero puertoriqueño las cosas nunca más volvieron a ser igual… y de eso ya han pasado veinte años.

“Nací donde, sin duda, para mucha gente está prohibido”. Las palabras de Ramón Ayala (nombre de nacimiento de Daddy Yankee) impresionan por su asertividad y precisión. Representan ese lugar incómodo desde donde se originó el estilo musical que, aún luego de haber conquistado el planeta, continúa  generando dudas sobre su relevancia artística, cultural y comercial.

Una duda anacrónica y que exige tomar una posición de firmeza: Barrio fino es un disco que ganó su lugar en la gran enciclopedia de la música en español por sus méritos artísticos, culturales y comerciales. Porque más allá de los irresistibles sencillos que pusieron a bailar a los seres humanos en los dos polos del planeta, de todas las edades y todas las clases sociales (“Gasolina”, “Lo que pasó, pasó” o “Tu príncipe”, por dar solo unos ejemplos) y de las enormes ventas que alcanzó tras su lanzamiento (más de 8 millones de copias vendidas), el álbum capturó la temperatura de un momento cultural irrepetible en Latinoamérica.

Una misión que el buen Daddy no hubiese logrado solo, haciéndose asesorar por la gran dupla de productores y arquitectos del estilo, Eddie Dee y Luny Tunes, que dotaron al disco del dembow y flow suficientes para convertirlos en la banda sonora ideal si la película Rápidos y Furiosos hubiese sido grabada en América Latina. Cinematografía sonora que les valió la redención del mercado estadounidense hasta nuestros días y que se escribió a punta de hambre, creatividad y sangre mestiza que bebe de distintas culturas para, desde allí, proyectar una imagen sobre la latinidad al mundo entero.

¿Quiere mambo? ¡Suéltalo! King Daddy.

Cristofer Rodríguez