Con Lucha Reyes se inaugura el estilo bravío de la canción ranchera. Aunque su voz fue educada en la técnica operística, diversas enfermedades respiratorias y el alcohol fueron esculpiendo una tesitura rasposa y una interpretación temperamental que aún es celebrada por los cultores del género. Luego de su trágica muerte en 1944 a los 38 años su nombre persiste como uno de los símbolos de la música mexicana. En este disco se compilan algunas canciones grabadas en los años treinta, donde fue también partícipe de varias películas, como ¡Ay, Jalisco no te rajes!