José Alfredo Jiménez no sólo fue uno de los máximos compositores del siglo XX mexicano, también fue un parroquiano infatigable de las cantinas del país. Cuenta la leyenda que una noche un mesero se acercó para ofrecerle algo más de beber, a lo que el guanajuatense argumentó su falta de dinero. “Usted pida, que con dinero y sin dinero su palabra es la ley”, le contestó. Ahí nació “El rey”. Sí, la leyenda es incomprobable, pero lo cierto es que este tema se convirtió en uno de los mayores emblemas de la canción ranchera, incluso de la música mexicana en el mundo. Con versiones que van desde Vicente Fernández a Luis Miguel, «El rey» es sólo una muestra del genio particular de José Alfredo. A pesar de no saber leer música ni tocar ningún instrumento, con el apoyo de sus arreglistas y productores desarrolló un catálogo extensísimo en el que varios son verdaderos standards de la música ranchera. En este disco, (¿qué otro título más pertinente?) aparecen además “Te solté la rienda”, “El arrepentido”, «La Estrella de Jalisco» y “Ella volvió”, entre otros lamentos de espíritu etílico.