En 2019, La Bruja de Texcoco lanzó su primer álbum titulado De brujas, peteneras y chachalacas. Este disco es una fusión de diversos elementos musicales y culturales, mezclando ritmos tradicionales como el son huasteco y el son jarocho, con influencias contemporáneas. El título del álbum hace referencia a figuras emblemáticas en la cultura mexicana: las brujas peteneras, personajes tradicionales con poderes sobrenaturales, y las chachalacas, aves simbólicas de las regiones tropicales de México. La Bruja de Texcoco es un artista transgénero cuya obra incorpora elementos no binarios y queer para desafiar y explorar la feminidad desde una perspectiva disruptiva. Su proyecto musical y performático rechaza la masculinidad tradicionalmente presente en la música mexicana. En su disco, se apropia de ritmos tradicionales, presentándolos en escenarios extravagantes y feminizados. Huipiles, máscaras y lentejuelas ocupan un lugar destacado en estas representaciones.
En el álbum destaca la canción «Té de malvón», que fusiona lo ancestral con lo contemporáneo, lo rural y lo político, enriqueciendo la propuesta artística de La Bruja de Texcoco. La intérprete de huapangos y sones celebra las transfeminidades mexicanas representadas por las muxes del Istmo de Tehuantepec, las maringuias de Michoacán y las chuntaes de Chiapa de Corzo, en Chiapas. Su voz desafía las normas heteropatriarcales al construir su identidad desde su experiencia femenina, fortaleciéndose en un cuerpo que simboliza la resistencia como un acto de afirmación política y de supervivencia. De brujas, peteneras y chachalacas expone la herida colonial y desafía las normas estéticas y el discurso hegemónico, reconociendo la complejidad y riqueza de las experiencias trans.