Formados en 1971 por João Ricardo, portugués que había llegado a Brasil huyendo de la dictadura de Salazar, no fue hasta 1973 que pudieron grabar su debut homónimo, con Ney Matogrosso en la voz, Gerson Conrad en la guitarra, Marcelo Frias en la batería y percusiones, y el propio João en guitarra y como director musical. Lanzado en agosto por Continental (que teniéndoles poca fe produjo sólo mil 500 copias que se vendieron en diez días) Secos & Molhados llegó a vender un millón de unidades en un año, convirtiéndose en un fenómeno de ventas en Brasil, así como un éxito considerable en México, el cual incluyó una recordada presentación en Siempre en Domingo.
Y al escuchar el disco se entiende la razón: es pop y rock con fuertes raíces brasileñas, y una mezcla que se podría acercar a la tropicália, pero con sello único. Casi cada canción pudo ser un sencillo, son ejecutadas a la perfección y con un Matogrosso insuperable. El álbum abre con “Sangue latino”, uno de sus mayores éxitos, con letra del poeta Paulinho Mendonça. Comienza con una introducción del bajo, y pronto nos deleita con la emocionalidad de la voz de Ney, que nos acompañará durante todo el disco.
Este atraviesa momentos de alegre rock & roll, como “O vira” y “Mulher barriguda”, con letras de la compositora Heloísa Borges da Fonseca, Luli, (quien además compuso “Fala” que cierra el disco), y del poeta Solano Trindade, respectivamente. Y también momentos de alta sensibilidad como “O patrão nosso de cada dia” y, tal vez el punto más emotivo del disco, “Rosa de Hiroshima”, en la que musicalizan un poema de Vinicius de Moraes. Con solo guitarra, una flauta casi al final y Ney cantando: “Pensem nas crianças, mudas, telepáticas / Pensem nas meninas, cegas, inexatas / Pensem nas mulheres, rotas alteradas”. Afortunadamente, luego de eso nos mueven de esas horribles imágenes que fueron reales para tantas personas, y nos regalan “Prece cósmica” y “Rondó do capitão”, de los poetas Cassiano Ricardo (del que también es la letra de “As Andorinhas”) y Manuel Bandeira, respectivamente, que nos deleitan con la batería y guitarras de la primera, y la dulce melodía de la flauta de la segunda.
Tanto Secos & Molhados, como el segundo álbum también homónimo de 1974, dejaron una marca imborrable en la música brasileña, y convirtieron a Ney Matogrosso en una de las voces fundamentales de Latinoamérica, con una carrera exitosa que ha durado hasta la década del 2020.