Cuando salió su álbum homónimo en 1971, Roberto Carlos ya había pasado una transición profesional que lo había visto alejarse del chico lindo del rock and roll de la escena Jovem Guarda a un cantautor maduro que experimentaba con nuevos sonidos. Para ser más exactos, nuevos sonidos para él. Porque a pesar de todos sus esfuerzos en tantear nuevos ritmos, su afición por la música afroestadounidense todavía estaba a la vista. Esta vez su afán por el soul, blues y gospel conviven armoniosamente con baladas románticas maduras para un álbum completo que conquistó no solamente a su público masivo sino a muchos de sus detractores.
El álbum abre con la flauta de Altamiro Carrilho introduciendo una de las melodías más entrañables de la canción romántica latinoamericana. «Detalhes» hace algo increíblemente difícil de lograr: unir la simplicidad de la balada y darle una sofisticación que rara vez se veía en ese momento. Esa fue la mayor fortaleza que tuvo el dúo compositor formado por Roberto Carlos y Erasmo Carlos, lo que les valió el respeto de los artistas de vanguardia del movimiento Tropicalia y la adoración de las amas de casa que escuchaban la radio AM todos los días. Irónicamente, su popularidad entre las masas brasileñas que lo veían simplemente como un cantante romántico lo ayudó a escapar de la censura del autoritario gobierno brasileño. La canción «Debaixo dos caracóis dos seus cabelos» suena como una canción jovial sobre el regreso de un extraviado amor, pero en realidad era un homenaje a Caetano Veloso, que se encontraba exiliado en Londres.
Esa madurez en sus letras le permitió a Roberto abordar finalmente uno de los momentos cruciales de su vida, la pérdida de una de sus piernas cuando era niño. En la canción confesional «Traumas» habla de su relación con su padre y de las palabras que le dirigió durante su accidente, «Habló de los ángeles que conocí, en el delirio de la fiebre ardiente, de mi cuerpecito que sufrió, sin entender nada». La canción profundiza en el trauma que le provocó y en la pérdida de inocencia y los traumas que uno lleva a la adultez.
Además de abordar el trauma infantil y escapar de la censura, su amor por la música afroestadounidense vuelve a manifestarse en canciones soul/góspel como «Como dois e dois» de Caetano Veloso y «Eu só tenho um caminho» de Getúlio Côrtes y el funk de “Todos estão surdos” que fue compuesta en conjunto con Erasmo. Pero son las dos últimas canciones del disco «De tanto amor» y «Amada amante», donde se hace evidente el camino que tomaría Roberto Carlos durante el resto de su carrera. La conmovedora canción de amor y la contemplativa canción de desamor, encontrarían en Roberto Carlos a su mayor estrella que llevaría la balada a su cima de popularidad.