A comienzos de 1974, Elis Regina y Antônio Carlos Jobim estaban en momentos distintos de sus respectivas carreras. Elis Regina ya era una figura muy popular, considerada una de las grandes voces de la MPB, con más de diez álbumes bajo el brazo y en una constante ascendente con cuatro grandes álbumes editados en los años anteriores (…Em pleno verão -1970-, Ela -1971-, Elis -1972- y Elis -1973-), pero le faltaba ese gran álbum consagratorio que uniera la aclamación del público con la crítica.
Antônio Carlos Jobim, por otro lado, ya era una figura más que consagrada de la música brasileña, creador de un gran número de clásicos y había participado de discos con reconocimiento a nivel internacional como Getz / Gilberto (1964) y Francis Albert Sinatra & Antônio Carlos Jobim (1967), y luego de eso, discos en solitario que se encuentran entre lo grande del repertorio brasileño como Wave (1967), Stone Flower (1970) y Matita Perê (1972). Pero 1974 lo encontraba en un período sin grandes ventas ni popularidad, viviendo en Estados Unidos y sin mucha visibilidad en su tierra natal.
Hay dos versiones de cómo se pensó el encuentro. Elis Regina estaba cumpliendo diez años con Philips, y una versión dice que el presidente de la discográfica, André Midani, le ofreció un regalo, y ella pidió “grabar canciones de Tom Jobim… con Tom”; pero otras versiones dicen que fue idea del mismo André hacerle ese regalo. Importa poco a esta altura, lo importante es que el 20 de enero de 1974 Elis Regina estaba viajando desde Brasil a Los Ángeles, donde Jobim la esperaba para, sin saberlo, hacer historia juntos.
El álbum, con la producción de Aloísio de Oliveira, y todas las canciones compuestas por Jobim (algunas junto a otros compositores), comienza con esos acordes inconfundibles de la versión que se convirtió en la definitiva de «Águas de Março», con Elis y Tom cantando casi como un juego, con ese solo de piano a media canción, y el final respondiéndose palabra a palabra y riéndose juntos. En “Pois É”, compuesta junto a Chico Buarque al igual que “Retrato em branco e preto”, el drama se apodera de los arreglos, con ese órgano y piano que acompañan a Elis. Y es que los arreglos son muy protagonistas del disco, con el trabajo del pianista, y entonces marido de Elis, César Camargo Mariano, la utilización del piano eléctrico queda como una marca registrada de la bossa nova presentada en Elis & Tom.
Y si el piano es muy protagonista en “Pois É”, “Só tinha de ser com você”, “O que tinha de ser” y en la triste “Inútil paisagem”, que cierra el disco; los arreglos de cuerdas lo son en “Modinha”, y “Por toda a minha vida”, y es en “Retrato em branco e preto” donde piano y cuerdas se encuentran de manera perfecta entre ellos y con la voz de Elis de una manera estremecedora, en otra versión definitiva que dejó este álbum.
Y es que el álbum está lleno de grandes piezas que con el tiempo se convirtieron en el estándar de dichas composiciones, ahí están “Triste”, “Corcovado”, “Fotografía”, con un bajo y un piano muy del jazz, y “Chovendo na roseira”.
Es así como con los maravillosos arreglos, la hermosa y dulce voz de Elis, la química que se siente a lo largo del álbum junto a Jobim, y las grandes composiciones elegidas de este último, no es de extrañar que Elis & Tom se haya convertido en uno de los discos brasileños más vendidos de todos los tiempos, y con gran recepción de la crítica. Un álbum consagratorio para Elis y que llevó a Jobim de regreso al éxito en Brasil.