Mauricio Mario Martín Birabent, Moris, fue uno de los pioneros del rock argentino como vocalista de Los Beatniks (que contaba en batería con Javier Martínez, posteriormente en Manal), grupo que editó solo un sencillo en 1966 (“Rebelde / No finjas más”, compuestas por Moris y el guitarrista Pajarito Zaguri), de poco éxito comercial. En 1969, tres años después de esa primera experiencia, Moris se metió al estudio a grabar canciones que venía componiendo desde 1967, con la producción de Jorge Álvarez y en compañía del mismo Javier Martínez en batería, de Claudio Gabis en guitarra (ambos ya en Manal) y de Pappo en el bajo en tres temas, entre ellos “El oso”, hermosa canción que abre el álbum y que es probablemente la más popular de Moris, con su mensaje de libertad en forma de fábula para niños.
El álbum continúa con “Ayer nomás”, que ya tenía popularidad al ser el lado B del exitoso primer sencillo de Los Gatos, “La balsa”, y formar parte del primer álbum del grupo, ambos de 1967. Los siguientes dos temas solo confirman lo más importante de Treinta minutos de vida, además de su carácter fundacional, que son las letras de Moris: “Pato trabaja en una carnicería” es una crítica ácida a un ser que traiciona sus ideales, o dice tener unos pero vive de acuerdo con otros, y en poco más de 4 minutos, Moris es implacable con sus palabras. Y para finalizar un lado A perfecto está “De nada sirve”, improvisación de casi 8 minutos registrada durante las grabaciones del primer disco de Los Gatos, y rescatada para este álbum, en el que Moris, con un bajo incesante acompañándolo, se pone existencial relatando y recitando, entre el desgano y el enojo, una “confesión-destrucción” según sus propias palabras.
En el lado B, Moris nos presenta cuatro canciones más. La crítica y existencial “Esto va para atrás” y la nostálgica “En una tarde de sol”, ambas con Pappo en el bajo; el instrumental y psicodélico “El piano de Olivos”, con el propio Moris al piano; y para cerrar el disco, otro tema inmortal, “Escúchame entre el ruido”, con Moris cuestionándose las convenciones de su tiempo, su papel como hombre, el papel de la mujer, y en definitiva el respeto entre las personas y sus opciones, con una letra que podría haber sido escrita hoy y se escucharía actual.
Moris escribió en las notas del álbum: “lo que pase con esta media hora de vida, es una historia que aún no se ha empezado a escribir”. Y a más de 50 años de su edición podemos afirmar que Treinta años de vida fue una media hora que ayudó a escribir la historia del rock argentino y latinoamericano.