Finales de los noventa en la Argentina, con la fantasía menemista a punto de explotar. Había una época en la que muchos pensaban que el país volaba por lo alto (vamos, incluso en la actualidad hay quienes siguen reivindicando esta época), pero en las entrañas barriales la pobreza, la desocupación, las privatizaciones y el neoliberalismo hacían su mella en las clases populares. En ese caldo de cultivo, un músico de cumbia, Pablo Lescano, dejaba atrás el sonido tradicional de su banda, Amar Azul, y empezaba a explorar otros tópicos: la vida en las villas miseria de los suburbios, la delincuencia, las drogas y el sexo. ¿Estaba el país preparado para este sonido? La cumbia villera le explotó en la cara a las radiodifusoras y discográficas y la crisis de 2001 le estalló al gobierno de De la Rúa en las calles de Buenos Aires.
Si bien Lescano es reconocido como autor del primer disco de cumbia villera en 1999, con la banda Flor de Piedra, la verdad es que fue uno de los que mejor canalizaron esa especie de zeitgeist, ya que otros pares generacionales también estaban haciendo lo suyo: Yerba Brava (Cumbia villera, 2000), Meta Guacha (Lona, cartón y chapa, 2000) o Pibes Chorros (Arriba las manos, 2001). Pero fue con Para los pibes (2000) con que Damas Gratis arrancó a todo fuego la década con un tema de cumbia que hizo bailar a chetos y villeros: “Se te ve la tanga”, donde Lescano ríe nervioso ante el empoderamiento sexual de una tal Laura, quien “no lo hace por dinero, sólo lo hace por placer”.
Musicalmente la cumbia villera retomó el sonido de la amplia tradición de cumbia argentina, aderezada con elementos de la cumbia peruana gracias a la inmigración presente en Buenos Aires. Todo a caballo de los teclados y una base rítmica poderosa y machacona. La omnipresencia del keytar (tocado con mucho pitch-bending) es un elemento clave musical y estético (el de Lescano, decorado como si fuera un rifle AK-47). Y las letras abordan nuevas y polémicas temáticas: la vida tumbera (carcelaria) en “Los dueños del pabellón”, el consumo de sustancias en “El fumanchero” o “Quiero vitamina”, o el sexo en “La chica pura” y “Se te ve la tanga”. Con el paso del tiempo, Pablito Lescano se convertiría en una de las figuras indispensables de la cultura Argentina, exportando su sonido a otros países de Latinoamérica.