En 1995, cuando la música latinoamericana exploraba nuevas fronteras, dos jóvenes de Buenos Aires nacidos en cuna de oro, que cantaban como los Beastie Boys, se movían como karatekas y hablaban como personajes de Sangre por sangre, encontraron la manera de fusionar sus urgencias creativas con el funk, el cine de artes marciales, el gangsta rap y las herencias musicales de sus padres. Chaco es una amalgama ecléctica de géneros, complicada de categorizar, resultado quizás de una adolescencia sobreestimulada, expuesta a todo tipo de experiencias artísticas.
La pista emblema del disco, «Abarajame,» muestra a Emmanuel Houvilleur y Dante Spinetta desplegando todo su espíritu rapero y sentido del humor, una canción irrepetible que caricaturiza la cultura hip-hop y reafirma su identidad de anti-outsiders. El groove funk destaca en «Jaguar House» y «No es tu sombra». Tenemos rock alternativo en la violenta «Remisero» y en «Hermana Sista». Y hay espacio para tocar temas anticoloniales y de raza, tanto en el tema homónimo del álbum como en «Hombre blanco.»
Lo más sorprendente son las composiciones que trascienden la misma propuesta del disco, haciendo que el linaje Spinetta surja desde lugares inesperados. «Hermoza from Heaven» muestra a Dante en comunión con el lenguaje de su padre, narrando un encuentro celestial sin perder su propia esencia kitsch. En «Húmeda» lo tenemos nuevamente a Dante iluminado ahora en un tema de amor agónico. «Abismo» y «Jalea,» firmadas por Emmanuel, dejan ver la gran influencia musical y lírica que Prince tenía sobre el dúo. La última pieza de esta estirpe vaporosa es «Mitad de la canción del caballo violeta», que podría funcionar como una antítesis de «Vete de mi cuervo negro» de Almendra, recordando en elementos visuales y melódicos a «Cristálida» de Pescado 2.
En gran medida, la excelente ejecución de las canciones se debe a las colaboraciones de músicos familiares al dúo, desde el tío Gustavo Spinetta en percusiones y Claudio Cardone en bajos a la producción de Carlos “Machi” Rufino. Pero no es solo este padrinazgo lo que define la brillantez de sus composiciones, sino la capacidad de Dante y Emmanuel para empujar fronteras y fusionar estilos con un sello propio. Chaco fue un verdadero hito de madurez creativa y transformación crucial para la música argentina y latinoamericana, marcando un punto decisivo en el panorama del alternativo latino y un testimonio histórico de cómo puede sonar un álbum de hip-hop en nuestro continente.