En abril del 2021, mientras acontecía la pandemia del COVID a nivel mundial, Jorge Cárcamo y Cristofer Rodríguez (co-escritor del libro 200 Discos del Rock Chileno) decidieron lanzar una invitación abierta a través de la red social Twitter (ahora llamada X) para que la gente propusiera discos esenciales para la historia de América Latina del siglo XX. Entre las colaboraciones espontáneas de una decena de entusiastas -incluyéndome- se armó una lista de 100 discos que luego compartieron públicamente.
Esto fue el antecedente del proyecto de 600 discos de Latinoamérica, que partió de esa idea inicial hecho por unas interacciones en redes hecha casi instantánea, a asumirse en un trabajo serio por parte de un grupo de latinoamericanos en una investigación meticulosa y elaborada, pero que a su vez suponía entrelazar visiones específicas de la música de la región y comprendiendo la historia más completa de música grabada. Así que por ello esta introducción contará con detalles sobre cómo fue parte de este proceso.
Unos meses después de la lista formada en Twitter, Jorge Cárcamo y Cristofer Rodríguez realizaron invitaciones a los que participaron en aquella dinámica relatada así como a otras personas más para integrar un grupo de Whatsapp. Sin conocernos en persona y al provenir de geografías distantes, el uso de las apps fue esencial en este proceso. Este grupo fue integrado por Mercedes Sanz, José Juan Zapata, Juan Francisco Jaramillo, Julián Jiménez y yo.
Una búsqueda del consenso
Teníamos una idea, pero también había muchas opiniones encontradas, motivo por el cual teníamos que buscar los puntos comunes. En nuestra acta de octubre del 2021, indicamos que lo latinoamericano sería entendido desde una perspectiva decolonial, sin considerar Europa. Lo latino en el caso de nuestra muestra incluirá los países hispanos desde México al sur de América, incluyendo las islas del Caribe así como a Brasil. Esto, por compartir rasgos culturales, históricos e identitarios de larga data ineludibles entre sí, y por lo cual se incluirá también a los Estados Unidos, cuando su discografía y artistas nos enlazan a razón de una historia común.
Luego de esto quedamos que haríamos una base de datos con todos los discos que podrían ser parte de una lista esencial. Esa lista que parecía que iba a quedar solamente hasta 500 terminó superando los 2000 discos.
Asimismo, empezamos a invitar a otras personas al grupo entre algunas aceptaciones y declinaciones, ingresando Zoila Antonio, Felipe Figueroa, Eduardo Rodríguez, Marcus Losanoff y Joelle Díaz. Es aquel momento que nuestro grupo estuvo integrado, entre mujeres y hombres, por gente de Chile, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela, El Salvador, República Dominicana y México (con residencia entre Estados Unidos, Argentina así como el propio México).
Y aunque no hay duda de que ello enriqueció el proyecto también significó que nuestro proceso estaba en lo más cercano a una torre de Babel (de América Latina). Entre fuertes posiciones y una alta demanda de tiempo, ser parte de este proyecto significó sudor y lágrimas en cuanto a inversión motivada por un alto apasionamiento de gente que ama la música y que no daría su brazo a torcer respecto a debates entre posiciones antagónicas sobre la dirección del proyecto.
Una selección extensa
Pese a todo, se decidió realizar un proceso de elección de discos que serviría como filtro para la primera determinación eligiendo nuestras listas individualmente y también se decidió en un primer momento que la selección contaría con 500 álbumes.
El paso del tiempo no permitió que contáramos más con algunos colegas, por lo cual quedamos Cristofer Rodríguez, Jorge Cárcamo, José Juan Zapata, Mercedes Sanz, Eduardo Rodríguez, Felipe Figueroa, Julián Jiménez y yo.
La recomposición de este grupo iba de la mano con el retorno a la normalidad post-COVID, para lo cual el nuevo contexto nos obligó a adaptarnos conforme a los idearios que consensuamos en la primera vez, a su vez que se determinaba la selección. Fueron meses de muchas decisiones y discusiones, que debido a la imposibilidad de llegar a un resultado podíamos tener semanas en suspensión hasta llegar a un desenlace, casi siempre logrado a través del ímpetu democrático.
Es así como todo se terminó extendiendo cerca de 3 años. Lo que originalmente iban a ser 500 discos terminó extendiéndose a 600 porque sentíamos que quedaban afuera discos importantes (y siendo conscientes que no se puede abarcar todo) y, se decidió por terminar la discusión cronológicamente hasta con álbumes el año 2022. Por otro lado, una de las últimas álgidas discusiones fue sobre si la lista tenía que ser numerada de la posición sexcentésima posición a la primera, o presentada de alguna otra forma, imponiéndose una numeración sin apelar a fundamentalismos (lo cual nos llevó a tiempos de procesos adicionales mientras debatíamos y cuyas posiciones fueron presentadas de 100 en 100 entre abril del hasta julio 2024).
En el tramo final, Mercedes Sanz, Julián Jiménez y Cristofer Rodríguez no pudieron continuar en el proyecto por razones diferentes (aunque Cristofer ha seguido siendo parte de decisiones importantes del proyecto hasta la actualidad) y tras valiosos aportes. Entre los que quedamos optamos por la continuidad y terminar la lista, así que para la determinación del orden de los 600 discos se utilizaron dinámicas mixtas de selección donde se tomaban en cuenta las decisiones mayoritarias, a través de múltiples votaciones que se realizaron durante varios meses y que no dejaron de estar exentas de muchísimas discusiones donde cada uno exponía por qué ciertos discos merecían mejores posiciones que otras (y razón por la cual cada uno de los que ha sido parte tiene su opinión particular sobre cada posición), y que terminaron por terminar de dar forma a la lista definitiva, ganando la batalla al disenso. La publicación de este proyecto es nuestra victoria, que se suma a las colaboraciones en las reseñas por parte del equipo que ha retornado para esta celebración, junto a los de colegas del continente que se sumaron en nuestra viaje: Angie Rojas, Martha Estrada, Iraí GH, Ernesto Martín del Campo, Gabriel Plaza, Max Cueto, Albina Cabrera y Gabriela Chávez.
Una celebración de la latinidad
Nuestro apasionamiento se convirtió en nuestra declaración de principios. Y detrás de las motivaciones particulares de cada persona que ha sido parte de la confección de la lista también hubo mínimos estándares que perseguimos, como buscar diversidad más allá de nuestras narices (y oídos). Pero también hemos sido conscientes en nuestras limitaciones.
Lejos de ser enciclopédica, la lista es nuestra celebración de latinidad, en el repaso de sus géneros musicales como en las nacionalidades y su gran historia, materializada en 600 discos. Y como detrás de todos esos idearios también se enfrentaban nuestras subjetividades, prejuicios y apreciaciones, también entendemos que es inevitable que podamos ser objeto de críticas, las cuales mientras más constructivas y argumentadas sean se convierten en alimento para la conversación y aporte a la cultura latinoamericana, de la que dentro de nuestras diferencias y antagónicas posiciones también podemos encontrarnos en la similitud de nuestras vivencias e idiosincrasias.
Esperemos que disfruten la lista tanto como nosotros y reaccionen como lo hicimos nosotros cuando vimos a ciertos discos en determinadas posiciones y que anoten muchos más dentro de sus listas personales para descubrir.. ¡que viva la música!
*Esta introducción se ha actualizado luego de la publicación completa de los 600 Discos de Latinoamérica en el mes de julio del 2024.