“Me sentí chileno, peruano, americano”, dijo el Nobel Pablo Neruda respecto a su subida a caballo a las ruinas de Macchu Picchu, viaje que inspiró su poema “Alturas de Macchu Picchu”, que forma parte de su poemario Canto General (1950).
Los Jaivas se encontraban radicados en París, Francia, desde 1977, hacia donde habían llegado desde Argentina, donde estuvieron viviendo entre 1973 y 1977. Con una carrera que había comenzado a finales de los sesenta, y cinco discos editados, entre los que se encuentran los de la excelente triada Los Jaivas (“La ventana”) (1972), Los Jaivas (“El indio”) (1975) y Canción del sur (1977), el grupo venía de publicar Los sueños de América (1979) junto al brasileño Manduka, un álbum que los alejó de las buenas críticas, y se encontraban grabando las canciones de lo que debería haber sido su siguiente álbum Obras de Violeta Parra, que finalmente fue publicado en 1984, cuando reciben la visita del productor peruano Daniel Camino.
Daniel les planteó la idea de hacer un disco basado en el poema de Neruda (y un especial de TV grabado en las ruinas con la presentación del Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que luego del álbum también se grabó), y Los Jaivas se pusieron manos a la obra.
Grabado en estudios de Francia y Alemania, el disco comienza con las zampoñas del argentino Alberto Ledo quien toca todos los instrumentos en “Del aire al aire”. Continua con uno de los puntos altos de toda la carrera de Los Jaivas. “La poderosa muerte” es una pieza de 11 minutos y es de las más perfectas combinaciones de instrumentos y estilos latinoamericanos, como el trote y la cueca, con el rock: comienza con las trutrucas mapuche del baterista Gabriel Parra, se le une el piano de Claudio Parra, la quena andina del vocalista Gato Alquinta, el minimoog de Eduardo Parra, la batería del mismo Gabriel y el bajo de Mario Mutis. Cierra el lado A “Amor americano” de ritmo andino en clave rock.
El lado B comienza con “Águila sideral”, de claros tintes progresivos, que a través del piano y los vientos entrega perfectamente la imagen de estar sobrevolando las ruinas de la ciudad inca de Macchu Picchu; les siguen las zampoñas abriendo “Antigua América”, para luego dar paso a un bellísimo solo de piano y la banda completa con maravillosos cambios de ritmos. El poema musicalizado en esta pieza es breve, pero clave para el álbum.
Luego destaca el clásico “Sube a nacer conmigo hermano”, el único tema grabado en Alemania, un joropo venezolano con instrumentos de rock, pieza musicalmente alegre y que en su letra mezcla la esperanza del título con líneas oscuras y trágicas que representan la explotación del trabajador latinoamericano. El disco cierra con “Final”, donde las voces cantan de forma solemne sobre un extraordinario solo de piano.
Alturas de Machu Picchu logra refrendar a través de la música el sentimiento y espíritu del poema de Pablo Neruda, creando una obra magna del rock andino y progresivo, siendo una piedra angular de la música latinoamericana, en la integración de culturas, en la fusión de ritmos, estilos e instrumentos de origen indígena y de rock. Es un disco chileno, peruano y latinoamericano.