Silvana se crió en un hogar musical. Sus padres, luthiers, llenaron sus días con discos de Mercedes Sosa, Soledad Bravo y Violeta Parra. Empezó a escribir poemas siendo niña, pero fue con su entrada a estudiar jazz en la Universidad Veracruzana a los 16 años que comenzó a componer canciones junto a su cuatro venezolano. Cuatro años después entró a grabar su primer álbum, Lo sagrado (2017), junto al guitarrista de jazz Charlie Hunter, en el cual el jazz fusión se mezcla con el folclor. Al año siguiente, la publicación de su EP Primeras canciones empezó a dar luces de hacia dónde se dirigía Silvana, desprendiéndose del jazz y centrándose en el folk, aunque sin llegar al minimalismo sonoro de Marchita.
Lanzado el 21 de enero de 2022, Marchita fue rápidamente bien recibido tanto por la crítica como por el público, y demostró su rápida maduración compositiva y como cantora. Las canciones fueron escritas por Silvana encerrada en su pieza, y el álbum transmite esa atmósfera con delicada instrumentalización y minimalistas arreglos, destacando su voz en todo momento.
“Más o menos antes” abre el disco, acompañada sólo con su cuatro. Silvana canta sobre el doloroso cambio que está viviendo, y ese dolor está en la poesía y en su voz. En “La corriente” sube un poco el ritmo y al cuatro agrega un suave y casi imperceptible piano, pero su voz es igualmente desgarradora. El disco continúa así, con un viaje de recuerdos, dolores y también esperanzas, como en “Te guardo”, transmitidos por una Silvana que va dejando el alma y el corazón en cada pieza.
En “Sabré olvidar” Silvana cambia un poco el tono, y con su cuatro, acompañada por violín, cello, contrabajo y una suave percusión, canta sobre la superación del dolor, casi en una catarsis. Pero en el tema homónimo que le sigue vuelve el dolor profundo, que no abandona en “Tristeza”, “Carta”, “Casa” y “Ser de ti”, pasando por una variedad de ritmos. Es un viaje por canciones que nos hacen sentir todas las emociones dolorosas de una separación, haciendo de este disco tan personal una obra universal y un clásico instantáneo. El disco cierra con “La enfermedad del siglo”, misma pieza que abre el disco pero instrumental, con el fiscorno tocando el último lamento, casi como si Silvana quisiera transmitir un escuchen, así empecé, pero ya me desahogué y estoy salvada del silencio.