Silvio Rodríguez es la encarnación de la música misma, es un trovador eterno que escribe y canta para la humanidad. Su primer álbum oficial, Días y flores, lanzado en 1975, y producido por Pablo Milanés, es un pilar de la Nueva Trova Cubana. Este movimiento musical fusiona la trova tradicional con influencias de la música popular y la canción de protesta, reflejando con riqueza literaria y gran sensibilidad; las realidades sociales y políticas de la época, particularmente la Revolución Cubana.
En España, debido a la dictadura de Francisco Franco, el álbum original fue objeto de censura, lo que llevó al lanzamiento de dos versiones, bajo el título Te doy una canción. La primera versión contó con 13 canciones, “Madre” y “Te doy una canción” como canciones adicionales a su edición cubana, mientras que la segunda tuvo solo 11 excluyendo los temas “Santiago de Chile” y “Días y flores” debido a su contenido político. El álbum conserva parte del estilo del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, mezclando la música tradicional cubana con elementos del rock y el jazz. La guitarra es el instrumento predominante, un instrumento que no solo produce notas, sino que alcanza las profundidades del alma, acompañado ocasionalmente por otros instrumentos de cuerda y percusión ligera. Por otra parte, el solo de piano en canciones como “Esta canción” es especialmente sublime.
Días y flores no sólo consolidó a Silvio Rodríguez como una figura central de la Nueva Trova Cubana, sino que también tuvo un impacto significativo en la música latinoamericana en general. Sus canciones no tienen parangón. Escuchar a Silvio durante los años más oscuros de las dictaduras era un acto subversivo en muchos países, donde sus cassettes eran distribuidos de forma clandestina y poseerlos era considerado un delito grave. Sus canciones solo se escuchaban a bajo volumen, pero, a pesar de ello, llenaban el aire. Representaban refugio, consuelo, resistencia y un faro de luz en medio de la opresión.